
Artículo
Revisión
Aspectos inmunológicos en parálisis cerebral
Immunological
aspects in cerebral palsy
Amaro, Damarys; Amaya, Shantal; Cabello, Pablo; Dreikhah,
Efraín; García, Reimari;
Marcano, Valentina; Rodríguez, Jesús
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amarodamarysb@gmail.com
Estudiante
de Escuela de Medicina “José María Vargas”. Facultad de Medicina. Universidad
Central de Venezuela.
sjar2003@gmail.com
Estudiante
de Escuela de Medicina “José María Vargas”. Facultad de Medicina. Universidad
Central de Venezuela.
pablopestbooking@gmail.com
Estudiante
de Escuela de Medicina “José María Vargas”. Facultad de Medicina. Universidad
Central de Venezuela.
efrainqaz@gmail.com
Estudiante
de Escuela de Medicina “José María Vargas”. Facultad de Medicina. Universidad
Central de Venezuela.
reimari.garcia5@gmail.com
Estudiante de Escuela de Medicina “José María Vargas”.
Facultad de Medicina. Universidad Central de Venezuela.
vmarcanom1004@gmail.com
Estudiante
de Escuela de Medicina “José María Vargas”. Facultad de Medicina. Universidad
Central de Venezuela.
drjmrodriguezr@yahoo.es
Profesor Titular.
Escuela de Medicina “José María Vargas”. Facultad de Medicina. Universidad
Central de Venezuela.
Revista Digital de Postgrado
Universidad Central de Venezuela, Venezuela
ISSN-e: 2244-761X
Periodicidad: Cuatrimestral
vol. 14, núm. 3, e434,
2025 revistadpgmeducv@gmail.com
Recepción: 01 de octubre
de 2025
Aprobación: 13 de noviembre de 2025
DOI: https://doi.org/10.37910/RDP.2025.14.3.e434
Cómo citar: Amaro D, Amaya S, Cabello P, Dreikhah E,
García R, Marcano V, Rodríguez J. Aspectos
inmunológicos en
parálisis cerebral. Rev. Digit Postgrado 2025; 14(3): e434.doi.10.379
10/RDP.2025.14.3.e434
Resumen: Hasta hace
poco tiempo, no era conocido que estados secuelares permanentes, cuya génesis
fue superada en su mayoría en el periodo perinatal, estuviesen relacionadas con
cambios inmunológicos, bien como agentes coadyuvantes causales, o como
consecuencia de ellos. Es el caso de la parálisis cerebral (PC), en población
infantojuvenil, que se caracteriza por alteraciones motoras (tono, postura y
motricidad general tanto esquelética como autonómica), establecidas a
consecuencia de daño en la corteza motriz encefálica, de sus vías o de las que
las modulan. Las causas más comunes (sin negar un frecuente trasfondo
genético), son neonatales: hipoxia, sepsis, hemorragias ventriculares,
alteraciones cardiacas agudas, dismetabolias y malformaciones. Existen algunos
elementos inmunológicos a considerar que han sido detectados con niveles
alterados en varias patologías neurológicas crónicas, y también en estados
secuelares del sistema nervioso, en este sentido, en los últimos años, se han publicado
algunas investigaciones acerca de la respuesta inmune (innata y adaptativa),
del reconocimiento y liberación de factores por parte de las células
inmunitarias en estos pacientes. En esta revisión, se incluyen hallazgos en PC,
de: citosinas, inflamación, e inmunopredictores. Corresponde al equipo
multidisciplinario tratante de niños y jóvenes con PC (Neurología, Fisiatría,
Ortopedia, Nutrición, Pediatría, Psicología, Psicopedagogía, rehabilitadores,
etc.), incorporar en sus análisis, esta información y determinar su pertinencia
en esquemas de tratamiento individualizado.
Palabras clave: Parálisis Cerebral, Inmunología, Citosinas, Inflamación,
Inmunopredictores.
Abstract: Until
recently, it was not known that permanent sequelae, most of which originated in
the perinatal period, were related to immunological changes, either as
contributing causal agents or as a consequence of them. This is the case with
cerebral palsy (CP) in children and adolescents, which is characterized by
motor disorders (tone, posture, and general skeletal and autonomic motor
function) resulting from damage to the motor cortex of the brain, its pathways,
or the pathways that modulate it. The most common causes (without denying a
frequent genetic background) are neonatal: hypoxia, sepsis, ventricular
hemorrhages, acute cardiac disorders, dysmetabolism, and malformations.There
are some immunological elements to consider that have been detected with altered
levels in various chronic neurological pathologies, as well as in sequelae of
the nervous system. In this regard, in recent years, some
research has been published on the immune response (innate and adaptive),
recognition, and release of factors by immune cells in these patients. This
review includes findings in CP on cytokines, inflammation, and
immunopredictors. It is up to the multidisciplinary team treating children and
young people with CP (neurology, physiatry, orthopedics, nutrition, pediatrics,
psychology, psychopedagogy, rehabilitation specialists, etc.) to incorporate
this information into their analyses and determine its relevance in
individualized treatment plans.
Keywords: Cerebral
Palsy, Immunology, Cytokines, Inflammation, Immunopredictors.
INTRODUCCIÓN
En la niñez y adolescencia, ocurren
circunstancias en las cuales se lesionan componentes anatómicos o bioquímicos
del sistema nervioso; esto puede dar lugar a consecuencias como disfunción
motriz, sensitiva, sensorial, endocrinológica, cognoscitiva, conductual,
inmunológica, entre otros. Son más notorias si involucran áreas elocuentes, es
decir, cuya deficiencia cualquier persona pueda notarla, por esa razón, cambios
en la motricidad, la conducta y la visión son fácilmente evidentes. Algunas de
éstas alteraciones son parte de enfermedades activas (como la distrofia muscular),
otras son consecuencias de las mismas: secuelas como parálisis cerebral luego
de hipoxia perinatal o infecciones neonatales; o paraplejia (luego de secciones
medulares).
La parálisis cerebral (PC) se caracteriza
por alteraciones motoras (tono, postura y motricidad general), establecidas a
consecuencia de daño en la corteza motriz encefálica, de sus vías o de las que
las modulan. Aunque el nombre sugiere que hay una detención funcional total del
cerebro, en realidad se trata del conjunto de hallazgos signológicos y
sintomatológicos como consecuencia de falla solo de su parte motora. Como las
causas casi siempre son sistémicas, otros sectores del sistema nervioso o del
organismo pueden verse afectados, agregándole a la disfunción motriz, esas
otras deficiencias. Ver figura 1.


Aunque la Parálisis Cerebral (PC) es un
conjunto de alteraciones motrices no progresivas en la población
infantojuvenil, para su diagnóstico deben conocerse otras patologías también
frecuentes, y que pueden incidir simultánea o causalmente en la motricidad del
paciente; en la mayoría de esos casos, la resultante sería disfunción motora
tanto voluntaria como involuntaria, refleja o con propósito, de la postura y
del tono muscular.(1)
Existen algunos elementos inmunológicos a considerar
que recientemente han sido detectados con niveles alterados en varias
patologías del sistema nervioso, en este sentido, en los últimos años, muchas
investigaciones acerca de la respuesta inmune (innata y adaptativa) hablan del
reconocimiento y liberación de factores por parte de las células inmunitarias.
En este artículo, se incluyen hallazgos en PC de: citosinas, inflamación, e
inmunopredictores.
Las citocinas son pequeñas proteínas
cruciales para controlar el crecimiento, la actividad de otras células del
sistema inmunitario y las células sanguíneas. Cuando se liberan, le envían
señales al sistema inmunitario para que inicie su función; además, afectan el
crecimiento de las células sanguíneas y de otras que participan en las
respuestas inmunitarias e inflamatorias del organismo. También ayudan a
aumentar la actividad contra el cáncer, mediante el envío de señales que pueden
contribuir a que las células anormales mueran y las células normales vivan más
tiempo. Son producidas por múltiples tipos celulares, principalmente del
sistema inmune, como los macrófagos productores de citoquinas de la inmunidad
inespecífica, o las células T, colaboradoras en la inmunidad específica
La producción de las citoquinas suele ser
transitoria, limitada al lapso de tiempo que dura el estímulo (es decir, el
agente extraño). En muchos casos, ello se debe a que los correspondientes ARNm
tienen una corta vida media. (2) Se encargan principalmente de
regular la activación de las células del sistema inmune, y de controlar la
diferenciación y proliferación de algunas subpoblaciones celulares. Algunas
tienen funciones pro-inflamatorias y otras anti-inflamatorias. También activan
el endotelio y aumentan la permeabilidad vascular, facilitando la migración de
células de la inmunidad desde el torrente sanguíneo hacia el tejido, promueven
la secreción de anticuerpos, y controlan la respuesta de los linfocitos T.(3)
Hay situaciones en las que el cuerpo libera
muy rápido demasiadas citocinas en la sangre, ellas cumplen una función
importante en las respuestas inmunitarias normales, pero no cuando el cuerpo
las produce de forma exacerbada: una tormenta de citocinas puede ser
consecuencia de una infección, una complicación autoinmunitaria u otra
afección; a veces también ocurre después del tratamiento con algunos tipos de
inmunoterapia. Los signos y síntomas incluyen: fiebre alta, inflamación
(enrojecimiento e hinchazón), cansancio intenso y náuseas. Algunas veces, la
tormenta de citocinas es grave o pone en peligro la vida y quizás cause falla
de múltiples órganos, llamándose hipercitoquinemia.(4)
La inflamación es una respuesta a favor de
la supervivencia, posterior al daño causado a las células o el tejido
vascularizados por patógenos y por cualquier otro agresor, es decir, a partir
de ella el organismo vuelve a su estado de homeostasis inicial. Sus síntomas
están caracterizados por la tétrada de Celso (rubor, tumor, calor y dolor) y
más recientemente, se ha asociado la pérdida de la función (signo de Virchow).
Es un mecanismo que tiene el organismo para atraer a las células del sistema
inmunitario al sitio de infección, consolidando la llegada de moléculas del
suero al sitio del daño. Para ello se incrementa la circulación sanguínea y la
permeabilidad capilar, logrando que las células puedan entrar al tejido. Tras
el reconocimiento antigénico, se induce la liberación de citocinas y otras
sustancias por parte de los macrófagos, como la sustancia P, que permiten que
se produzcan los signos antes mencionados (4).
La
inflamación en el organismo desencadena una serie de consecuencias luego de la
lesión, comenzando por las células centinelas residentes (macrófagos, células
dendríticas y mastocitos) que reconocen y liberan quimioatrayentes y factores
vasoactivos, promoviendo un incremento local del flujo sanguíneo y de la
permeabilidad capilar. Posteriormente, los capilares permeables permiten un
flujo de entrada de líquido (exudado) y células (fagocitos) por diapédesis,
quienes son atraídos por quimiotaxis y se encargan de engullir bacterias y
desechos celulares. Por último, las plaquetas salen de los capilares y cierran
el área del daño para comenzar con la reparación, es aquí donde se da la
formación del coágulo.(5)
Los inmunopredictores son biomarcadores
útiles para evaluar la capacidad inmunitaria de un individuo; gracias a su
medida en sangre, determina su respuesta contra infecciones, células
autoinmunes y cánceres, pudiendo obtener pronósticos y/o diagnósticos de
enfermedades basados en sus niveles anormales, observando también respuestas y
progresos del organismo ante tratamientos contra las mismas.(6, 7).
En la presente revisión, se planteó
ubicar, dentro de la literatura médica reciente, trabajos de investigación en
donde se hayan determinado alteraciones inmunológicas en pacientes con
parálisis cerebral (PC); e intentar establecer si ellas son realmente parte de
la causa de la PC, su consecuencia, o si son otras alteraciones que estén
cursando simultáneamente en el mismo paciente.
Citocinas: Dentro de la PC, investigaciones
han descrito la relación entre los niveles de citocinas y la gravedad de la
lesión cerebral, el desarrollo neurológico, y el pronóstico a largo plazo. Las
citoquinas inflamatorias influyen en la encefalopatía hipóxico-isquémica (EHI),
los niveles elevados de IL-6 y MCP-1 en las primeras 9 horas después del
nacimiento y los niveles bajos de MIP-1a entre las 60 y 70 horas de edad, se
asocian con un mayor riesgo de muerte o un desarrollo neurológico deficiente a
los 12 meses en recién nacidos con EHI.(8)
Se ha observado un patrón recurrente
bifásico de las interleukinas IL-6, IL-8, y de la quimio proteína atrayente de
monocitos MCP-1 en recién nacidos con EHI, esa recurrencia puede ser con
aumentos tempranos y tardíos. La modulación relativa de estas citocinas desde
las 24 horas hasta las 36 horas, se pudo asociar con mejores resultados en
recién nacidos tratados con hipotermia inducida. De la misma manera, se
encontró que las citocinas inflamatorias en la sangre neonatal no se
diferencian significativamente entre los prematuros con PC y los controles, no
se observaron asociaciones entre las concentraciones de citocinas y los
subtipos de PC espástica, y no se evidenciaron relaciones entre las citocinas y
los indicadores de infección materna, placentaria o neonatal en niños con PC o
controles.
Por otro lado, los niños pequeños con
enterocolitis necrotizante (NE), también tienen cambios importantes debido a
las citoquinas; presentan una respuesta inflamatoria persistente que puede
estar relacionada con problemas de salud posteriormente. Las citocinas GM-CSF,
TNF-β, IL-2, IL-6 e IL-8 se muestran considerablemente altas en niños en
edad escolar con NE en comparación con los controles. El TNF-β elevado se
asocia con puntuaciones motoras gruesas deficientes en la evaluación en edad
escolar.(9)
Respuesta alterada a la endotoxina (LPS) se
observó en niños con NE, con hiporrespuesta en NE grave, lo que implica que las
citocinas pueden servir como biomarcadores para presagiar el resultado del
neurodesarrollo en niños con EHI y NE. La respuesta inflamatoria persistente en
la PC y la NE sugiere una “ventana terapéutica” continua para intervenciones
neuroprotectoras. Por lo tanto, se puede decir que las alteraciones en las
respuestas de las citocinas en la PC podrían ser un objetivo terapéutico.(10)
En un estudio se aplicó IL-10 localmente en
el sitio de una corticectomía, en ratones adultos, para determinar si puede
atenuar la reactividad astroglial, se analizaron los astrocitos 4 días después,
dando como resultado que la IL-10 redujo el número y la hipertrofia de
astrocitos reactivos en un 60%, y la producción de citoquinas por
macrófagos/microglia, indujo astrocitos viables pero no reactivos en el tejido
tratado; la IL-10 no tuvo un efecto directo sobre los astrocitos purificados en
cultivo, e inhibió el aumento del ARNm del factor de necrosis tumoral α
inducido por la lesión. Se concluyó que la IL-10 puede atenuar la reactividad
astroglial a través de mecanismos indirectos, que la manipulación de esa
reactividad, podría tener implicaciones para la recuperación neurológica, y que
reducir la inflamación, puede promover la recuperación después de una lesión
cerebral.(13, 14)
En otra investigación, se analizaron las
citocinas en la sangre de 12 niños con PC y 12 niños sanos, comparando las
respuestas de las células inmunitarias de ambos grupos a la exposición a
lipopolisacáridos (LPS), una sustancia que simula una infección, mostrando en
los resultados una respuesta fuerte al LPS para algunas citocinas (IL-8, VEGF,
TNF-α y GM-CSF) en ambos grupos. Sin embargo, los niños con PC tuvieron
una respuesta reducida al LPS para otras citocinas (IL-1α, IL-1β,
IL-2 e IL-6) en comparación con el grupo sano y también tenían niveles más
altos de eritropoyetina, una hormona que estimula la producción de glóbulos
rojos, al inicio del estudio.(15)
También se estudió que los infantes con
encefalopatía neonatal y anomalías en las imágenes cerebrales, tenían niveles
más altos de una citocina llamada factor estimulante de colonias de
granulocitos-macrófagos (GM-CSF) a las 0-24 horas de vida, y de otras citocinas
inflamatorias (interleucina-8, interleucina-6 e interleucina-10) entre las 24 y
48 horas de vida. Por otro lado, los niveles de dos citocinas (factor de
necrosis tumoral-α y factor de crecimiento endotelial vascular) fueron más
bajos entre las 72 y 96 horas de vida en bebés con encefalopatía neonatal, y se
determinó que los bebés con niveles más altos de interleucina-10 tenían más
probabilidades de morir. En conclusión, este estudio piloto sugiere que los
cambios en los niveles de citocinas en la sangre durante la primera semana de
vida pueden ser un indicador de la gravedad de la encefalopatía neonatal. Sin
embargo, se necesitan estudios más amplios para confirmar estos hallazgos.(12)
Inflamación: Las respuestas inflamatorias
perinatales exageradas, contribuyen a la destrucción de sustancia blanca:
leucomalacia periventricular (PVL), y de centros de motricidad, en prematuros.
En un estudio, se investigó si estos niños, con PC y con PVL, presentaban
respuestas inflamatorias alteradas en edad escolar: 32 niños con esas
características, y 32 niños prematuros con desarrollo neurológico normal, se
midieron los niveles del factor de necrosis tumoral (TNF-α) en plasma, y
células mononucleares de sangre periférica (PBMC), antes y después de la estimulación
con lipopolisacáridos (LPS,) y se evaluó la expresión de genes proinflamatorios
en las PBMC. (16, 17)
Se determinó que los niños con PC tenían
niveles notoriamente más altos de TNF-α en plasma y en PBMC estimuladas
con LPS. La producción intracelular de TNF-α en las PBMC estimuladas con
LPS fue menor en el grupo control. Por otro lado, las PBMC no estimuladas de
los niños con PC tenían niveles significativamente más altos de ARNm de
moléculas inflamatorias; además, los niveles de ARNm de TLR-4 en las PBMC se
correlacionaron con los niveles de TNF-α en las PBMC estimuladas con LPS. (17)
Se debe agregar que los niños prematuros con PC inducida por PVL presentan
respuestas inflamatorias alteradas que podrían estar relacionadas con la
programación inducida por la PVL o eventos inflamatorios tempranos.(17)
El estudio implica que la inflamación
persistente podría contribuir al desarrollo de la PC en niños prematuros, y
también que la modulación de las respuestas inflamatorias durante el período
perinatal, podría ser una estrategia terapéutica potencial para evitar la PC.
Como resultado, se logra evidenciar que la inflamación juega un papel
importante en la patogénesis de la PC inducida por PVL, sin embargo, se
necesitan más investigaciones para comprender los mecanismos moleculares
subyacentes a las respuestas inflamatorias alteradas en la PC. A su vez también
se demostró que el desarrollo de nuevas terapias antiinflamatorias podría
mejorar el pronóstico de los niños prematuros con riesgo de PC.(17, 18)
Se llevaron a cabo estudios de diversos
casos, como, por ejemplo, el de una úlcera por presión en el sacro, de estadío
III, infectada por segunda vez por la bacteria Proteus mirabilis, en una
paciente de 60 años con parálisis cerebral desde su infancia; donde, después de
un análisis de plaquetas, neutrófilos, basófilos, histamina y pH del exudado de
la herida, los resultados fueron los siguientes: las plaquetas superaron las
135,000 en las 5 primeras muestras, indicando fase inflamatoria, y luego
disminuyeron, indicando fase proliferativa; el porcentaje de neutrófilos estuvo
por debajo del 50%, sugiriendo una respuesta inmune adquirida, ya que el
sistema conocía al patógeno; los niveles de histamina fueron bajos, mientras
que el porcentaje de basófilos estuvo elevado en las 5 primeras muestras, lo
que indica que los basófilos se reclutan rápidamente a los ganglios linfáticos,
actuando como células presentadoras de antígeno y favoreciendo la
diferenciación de células Th2. Y es importante destacar que el pH estuvo por
encima de 7.8 en las 5 primeras muestras, y luego disminuyó a 7.2, lo cual
sugiere que la bacteria Proteus mirabilis, que prefiere un medio alcalino,
estaba presente en las fases iniciales. En conclusión, los resultados indicaron
que el tipo de inmunidad que actuó en esta herida fue adquirida.(19)
En otro estudio, el objetivo principal fue
identificar los factores de riesgo prenatales, natales y postnatales más
frecuentemente asociados con la parálisis cerebral infantil en niños menores de
12 años atendidos en el Hospital Regional Docente Materno Infantil El Carmen de
Huancayo, Perú, durante el período 2013- 2020. Se evaluó 39 historias clínicas
de pacientes menores de 12 años diagnosticados con parálisis cerebral infantil.
Los factores de riesgo prenatales más comunes fueron: insuficientes controles
prenatales (menos de 6 consultas) en el 36% de las embarazadas, infecciones del
tracto urinario materno en el 26% de los casos, asfixia perinatal, en el 21%.
Es importante destacar la pre-eclampsia (15%) y la hemorragia durante el
embarazo (13%). Y en relación a los factores de riesgo natales, además de la
asfixia perinatal, destacaron el parto prematuro (28%) y el bajo peso al nacer
(44% pesaron menos de 2500 gramos). Al enfatizar los factores de riesgo
postnatales, los más frecuentes fueron: meningitis, presente en el 23% de los
casos, traumatismos craneoencefálicos en el 10% de los estudiados. También se
identificaron convulsiones neonatales (13%) y sepsis (10%), como factores de
riesgo postnatales. En conclusión, los principales factores de riesgo
identificados fueron: falta de controles prenatales suficientes, infecciones
maternas, y complicaciones postnatales como meningitis y traumatismos
craneoencefálicos. Los autores resaltan la importancia de la detección y manejo
oportuno de estos factores de riesgo, tanto en el período prenatal como
postnatal, para prevenir y manejar de forma efectiva la parálisis cerebral
infantil.(20)
En otra investigación, se buscó identificar
los factores de riesgo más comunes asociados a parálisis cerebral infantil en
las etapas prenatal, perinatal y postnatal, y se llevó a cabo el análisis de 39
historias clínicas de niños menores de 12 años con diagnóstico de parálisis
cerebral. Los resultados arrojaron como factores de riesgo prenatales más
frecuentes: infección del tracto urinario (38.5%) y preeclampsia (23.1%),
factores de riesgo perinatales más comunes: asfixia perinatal (43.6%) y bajo
peso al nacer (33.3%), y factores de riesgo postnatales más frecuentes: infecciones
del sistema nervioso central (25.6%) y traumatismo craneoencefálico (15.4%). Se
pudo concluir que los principales factores de riesgo identificados fueron
infecciones, condiciones perinatales adversas y traumatismos, y que, además,
por medio de estos resultados se puede identificar tempranamente factores de
riesgo para prevenir y manejar adecuadamente la parálisis cerebral infantil.(21)
Inmunopredictores: Ciertas combinaciones de
citocinas presentes en la sangre del cordón umbilical, especialmente factores
de crecimiento y quimiocinas con niveles elevados de IL-12p70 en el día 1 y
IL-8 en el día 7, se asocian con un mayor riesgo de PC; sin embargo, la edad
gestacional baja y la inflamación prenatal no parecen estar relacionadas con la
PC ante el estudio de la misma; las citocinas, interleucinas e interferones en
niveles altos (IL-1β, IL-6, TNF y CXCL8/IL-8) se asocian con anomalías en
niños con PC, al igual que polimorfismos en los genes IL-23R, IL-8 e IL-6
podrían también estar relacionados con la parálisis cerebral. (22, 24, 26)
Los niveles de proteína acida fibrilar glial
(GFAP) y de ubiquitina carboxil-terminal hidrolasa L1 en suero al nacer, son
más altos en los recién nacidos con encefalopatía hipóxico-isquémica,
manifestándose de manera moderada y luego pasando a ser grave; en suero se
mantienen elevados dichos niveles en los recién nacidos durante las primeras 72
horas de vida. Las concentraciones de IL-6, IL-8 y VEGF también son más altas
en ese primer día, así como también los niveles elevados de biomarcadores en
suero a las 6-24 horas, asociándose y resultando en signos neurológicos
anormales a los 15-18 meses de edad.(23)
Las
frecuencias de portadores de HLA-B son significativamente mayores en niños con
parálisis cerebral, por tanto, el efecto de HLA sobre el aumento del riesgo se
observa principalmente en la parálisis cerebral criogénica sin exposición a
parto prematuro, bajo peso al nacer, asfixia al nacer o leucomalacia
periventricular. El estudio requiere de una fuerte asociación entre las
variantes HLA y la parálisis cerebral, lo que indica que la desregulación
inmunológica causada por variantes inmunogénicas podría ser parte de la base de
la patogénesis. Los hallazgos están en relación con la idea de que los
inmunomoduladores podrían ser una intervención terapéutica prometedora para
pacientes con parálisis cerebral, al restaurar la homeostasis de la
neuroinflamación. Todos los recién nacidos que requirieron de reanimación al
nacer tienen una mayor expresión de CD11b y TLR-4 en neutrófilos y monocitos en
comparación con los adultos y los controles neonatales; aquellos con
neuroimagen anormal y/o encefalopatía neonatal grave tienen niveles aumentados
de CD11b, ROI y TLR-4 lo que se asocia principalmente con una mayor mortalidad
en bebés con encefalopatía neonatal.(25, 27)
CONCLUSIONES
Se
logró conseguir en diversas partes del mundo, artículos originales recientes
sobre alteraciones inmunológicas en parálisis cerebral; con especial énfasis en
citocinas, inflamación e inmunopredictores y en mucho menor medida en otros
factores inmunológicos. Los hallazgos muestran la importancia que tienen esos
tres elementos, tanto en la evaluación temprana como en la posterior a las
complicaciones relacionables a la génesis de la parálisis cerebral (salvo la
genética), así como posibilidades de que otros factores inmunológicos pueden
estar involucrados en la misma. El control de esos niveles en recién nacidos
prematuros, con hipoxia, isquemia, sepsis o hemorragia cerebral, es importante
además de esas patologías de base mencionadas, para así limitar el daño que,
entre todas las noxas, se produce en el organismo del infante en esas
condiciones. Es notorio que un aspecto tan importante dentro de la medicina, es
ahora cuando está siendo considerada su caracterización en alteraciones del
sistema nervioso o en secuelas del mismo.
De
Venezuela no se logró encontrar información relacionada con el tema, e incluso
muy poca con respecto a la parálisis cerebral, a pesar de no ser bajo el número
que se observa a diario. En el país no hay capacidad técnica pública como para
caracterizar a nivel local este tipo de alteraciones, lo cual dificulta esa
posibilidad en breve tiempo. De disponerse, esto permitiría otras eventuales
opciones de tratamiento al momento, diferentes a las actuales, que se basan
más, tardíamente, en aspectos generales, nutricionales y fundamentalmente, de
rehabilitación y educación especial.
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